Monday, October 30, 2006



Si Tú me Dices Ven


Si tú me dices ven, lo dejo todo
No volveré siquiera la mirada
Para mirar a la mujer amada
Pero dímelo fuerte, de tal modo
Que tu voz como toque de llamada,
Vibre hasta el más íntimo recodo del ser,
Levante el alma de su lodo
Y hiera el corazón como una espada.


Si tú me dices ven, todo lo dejo
Llegaré a tu santuario casi viejo,
Y al fulgor de la luz crepuscular,
Mas he de compensarte mi retardo,
Difundiéndome, ¡Oh Cristo!, como un nardo
De perfume sutil, ante tu altar.


Amado Nervo
Oda a la Crítica


Yo escribí cinco versos
uno verde,
otro era un pan redondo,
el tercero, una casa levantándose,
el cuarto era un anillo,
el quinto verso
era corto como un relampago
y al escribirlo
me dejó en la razón su quemadura,
y bien los hombres,
las mujeres,
vinieron y tomaron la sencilla materia,
brizna, viento, fulgor, barro, madera,
y con tan poca cosa, construyeron paredes,
pisos, sueños.
En una línea de mi poesia
secaron ropa al viento,
comieron mis palabras,
las guardaron junto a la cabecera,
vivieron con un verso,
con la luz que salió de mi costado,
entonces llego un crítico, mudo
y otro lleno de lenguas,
y otros,
otros llegaron ciegos
o llenos de ojos,
elegantes algunos,
como claveles con zapatos rojos,
otros estrictamente vestidos de cadáveres,
algunos partidarios del rey
y su elevada monarquía,
otros se habían enredado en
la frente de Marx
y pataleaban en su barba,
otros eran ingleses,
sencillamente ingleses,
y entre todos,
se lanzaron con dientes y cuchillos,
con diccionarios y otras armas negras,
con citas respetables,
se lanzaron,
a disputar mi pobre poesía,
a las sencillas gentes que la amaban.
Y la hicieron embudos, la enrollaron,
la sujetaron con cien alfileres,
la cubrieron con polvo de esqueleto,
la llenaron de tinta,
la escupieron,
con suave beningnidad de gatos,
la destinaron a envolver relojes,
la protegieron,
y la condenaron,
le arrimaron petróleo,
le dedicaron húmedos tratados,
la cocieron con leche,
le agregaron pequeñas piedrecitas,
fueron borrándole vocales,
fueron matándole sílabas y suspiros,
la arrugaron e hicieron un pequeño paquete,
que destinaron cuidadosamente a sus desvanes,
a sus cementerios,
luego se retiraron,
uno a uno,
enfurecidos hasta la locura
porque no fui bastante popular
para ellos,
o indignados de dulce menosprecio,
por mi ordinaria falta de tinieblas.
Se retiraron, todos,
y entonces, otra vez,
junto a mi poesía,
volvieron a vivir mujeres y hombres,
de nuevo hicieron fuego,
construyeron casas,
comieron pan,
se repartieron la luz,
y en el amor,
unieron relámpago y anillo.
Y ahora perdonadme señores
que interrumpa
este cuento que les estoy contando,
y me vaya a vivir para siempre con la gente sencilla.


Pablo Neruda



Jorge Luis Borges




En qué piensas , Insomne?




En que piensas insomne
me pregunto si estás muerto
no intento acercarme
quieres estar solo.

Debes querer dormir
pero definitivamente
ya llevas meses así
intentando morir despierto

Te golpeas contra la pared
la sangre y el yeso
como Rebeca Buendía
tu la conoces

Debes estar sufriendo
la peste del insomnio
que azotó a Macondo
Cien años atrás





Viajes con Charley

En Busca de América


"Es exxtraño cómo una persona puede inundar una habitación de vitalidad, de emoción. Luego hay otras, y aquella dama era una de ellas, que pueden extraer la energía y la alegría, pueden absorber el placer y dejarlo seco y no obtener de él el menor sustento. Esta gente difunde una grisura en el aire a su alrededor. Yo había estado mucho tiempo conduciendo y puede que anduviese bajo de energía y con poca capacidad de resistencia. Me afectó. Empecé a sentirme tan triste y desdichado que me entraron ganas de meterme debajo de un cobertor de plástico y morirme"



"Había procurado enterarme de lo que pensaba la gente políticamente. La gente que había encontrado no hablaba sobre el tema, no parecía querer hablar de eso. Me dio la impresión de que era en parte recelo y en parte falta de interés, pero no se habían expuesto opiniones fuertes. Un tendero me confesó que tenía que trabajar con los dos bandos y que no podía permitirse el lujo de una opinión. Era un hombre gris de una tiendecita gris"


Estos párrafos han sido escogidos del libro "Viajando con Charley" del autor norteamericano John Steinbeck

José Tomás Cavada Charles








"Otra cosa bien distinta habría sido la vida para ambos, de haber sabio a tiempo que era más facil sortear las grandes catástrofes matrimoniales que las miserias minúsculas de cada día. Pero si algo habían aprendido juntos era que la sabiduría nos llega cuando ya no sirve para nada."


"El domingo de Pentecostés, cuando levantó la manta para ver el cadáver de Jeremiah de Saint- Amour, el doctor Urbino tuvo la revelación de algo que le había sido negado hasta entonces en sus navegaciones más lúcidas de médico y de creyente. Fue como si después de tantos años de familiaridad con la muerte, después de tanto combatirla y manosearla por el derecho y el revés, aquella hubiera sido la primera vez en que se atrevió a mirarla a la cara, y también ella lo estaba mirando. No era el miedo de la muerte. No: el miedo estaba dentro de él desde hacía muchos años, convivía con él, era otra sombra, desde una noche en que despertó turbado por un mal sueño y tomo conciencia de que la muerte no era sólo una probabilidad permanente, como lo había sentido siempre, sino una realidad inmediata."


"Pero lo que más le inquietaba era la desconfianza que tenía en su propia razón: poco a poco, en un naufragio ineluctable, sentía que iba perdiendo el sentido de la justicia."


Estos párrafos han sido seleccionados del libro "El amor en los tiempos del cólera, del autor colombiano Gabriel García Márquez


José Tomás Cavada Charles

Thursday, October 26, 2006


Conversación Bizantina



Paula era pura y santa melancolía

Shakespeare en Venezuela

Un drama infinito

Vino el hombre y abrió los ojos


Preguntó si creía mientras secaba sus ojos

Sobre la existencia del tiempo

Sobre lugares habitados

Sobre el huevo y la gallina


Perdón, de qué me estas hablando ?

Eres un descarado

No vez que estoy llorando, como una Magdalena

Paula Magdalena, de todos los santos


Por qué lloras Magdalena

Estoy de vuelta, en tus brazos

Brota carcajadas de alegría

Te he encontrado y estas a salvo


Ya no estoy llorando como Magdalena

No es tiempo de llamados ni preguntas

Mi nombre es Paula

Y ya estoy fuera de ti

Monday, October 23, 2006





Tipo Típico


Este loco esta tipo

Si, tipo

Como los locos inside

Tipejos locos, tipeando a todos


Le faltan cuerdas a estos tipos

Para que suenen como guitarras

Y se dejen de tipear a todo el mundo

Con cuartetos típicos


Les falta salsa a estas líneas

Por culpa de estos tipos

Que no crean nada nuevo

Puros tipos típicos